Si quieres puedes

La premisa anterior se da siempre por verdadera, ya que, antes de poder realizar algo, necesitarás primero desearlo.

El verbo querer nos da la idea de tener el deseo, la voluntad o la intención de hacer, poseer o lograr algo. El verbo poder nos da la idea de una acción en la que se tiene la capacidad o facultad de hacer o lograr una determinada cosa o actividad sin que nada lo impida.

Mientras querer radica en la mente, encontrando su ubicación en el campo de los pensamientos, por el contrario, poder implica acción o puesta en práctica de esos pensamientos, haciéndolos visibles a los ojos de los demás.

De ahí que, pudiera resultar falsa la premisa “querer es poder” cuando se queda solo en el querer, pero no se traduce en el hacer.

Piensa en un momento en cuántas cosas tangibles o intangibles has querido o quieres, y responde con sinceridad:

¿Cuántas se han quedado solo en el querer pero, no las he llevado a la práctica?

¿Qué me ha impedido lograr mis deseos o mis metas?

¿Será acaso el procrastinar (o dejar para después), la falta de conocimiento, el tiempo, mi zona de confort u otro motivo?

 

¿Has pensado cuántos deseos se quedan solo en la mente?

Hay quienes dicen:

“Para el siguiente año me pondré la meta de…”

“Quiero aprender un nuevo idioma”

“Quiero aprender a tocar un instrumento musical”

“Quiero ser mejor padre, madre, hijo, hija, esposo, esposa, etc.”

“Quiero dejar las bebidas alcohólicas”

“Quiero iniciar un emprendimiento productivo”

“Quiero mejorar en mi trabajo y ganar bien”

Etc, etc. etc.

Esto me recuerda a una canción de un grupo español titulada “mi padre”, en una parte que dice: “Soñaba con hacerse rico y se hizo viejo”

La pregunta es:

Si “querer es poder” ¿por qué algunos no logran lo que quieren?

Aquí es donde las palabras cumplen un papel fundamental. Se necesita utilizar un lenguaje de precisión, sistematizarlo y ponerlo en acción.

Todo lo que hacemos o dejamos de hacer sistemáticamente, o sea, hacerlo por costumbre o hábito, se llega a convertir en un paradigma.

Cuando los paradigmas de tu vida te sean desfavorables y tu inquietud continúe, es el momento de romper paradigmas y aprovechar al máximo lo más valioso que posees: tu tiempo. No dejes que se te escape como agua entre tus manos.

Date la oportunidad de conocer cómo puedes utilizar las expresiones: qué, cómo, cuándo y dónde precisamente a tu favor, y sobre todo, poner acción a tus palabras y pensamientos.

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