Comencemos por definir el concepto paradigma, que nos ocupará a lo largo de este camino.

   Entenderemos como paradigma al esquema de pensamiento colectivo e individual, que forma un modelo de conductas, creencias, valores, saberes y actitudes que prevalecen en un momento histórico dado de forma individual o en un colectivo social.

   Para poderlo entender con mayor claridad, volteemos a nuestro alrededor y veamos todo lo hecho por mano del ser humano. Podrás encontrar cosas que consideres buenas y útiles, pero, también podrás identificar cosas que resultaron malas y perjudiciales. Todas ellas son el resultado de poner en práctica el pensamiento de una o de varias personas, algunas cosas han cambiado a lo largo del tiempo, también los pensamientos que les dieron origen. A la forma de concebir un asunto o realizar algo que puede ser modificado o cambiado por algo radicalmente diferente pero, que tenga el mismo propósito es un paradigma. Todo es un paradigma.

   En este mismo momento hay modas que las personas siguen en el vestir, el hablar, el comportarse en la familia o en la sociedad, en los hábitos de consumo, en los procesos educativos, etc. Todos son derivados del pensamiento y se consideran paradigmas.

   Ahora voltea a tu interior y conoce algunos de tus propios paradigmas. Para ello, deberás preguntarte y contestarte con sinceridad lo siguiente: 

¿Por qué hago lo que hago?

¿Cuáles son las creencias que me impiden ser la persona que quiero ser? 

¿Cuáles son los valores que me mueven a ser la persona que soy?

¿Cuál es mi interés por seguir adquiriendo el conocimiento que permita superarme?

¿Cómo respondo a los demás cuando se presentan dificultades?

¿Cómo me respondo cuando tengo que afrontar un reto o un problema por resolver?

     Todo asunto radica en la mente de la persona en forma de pensamientos (paradigmas de pensamiento), mismos que cuando forman parte de una conducta se hacen visibles para los demás. Los paradigmas suelen llevarse a la práctica, materializarse y hasta enseñarse para que otros los sigan, sin embargo, cuando este ya no satisface sus propósitos originales, o no produce el resultado que se desea, tiene la opción de romperse y transformarse, entre varias opciones, en un nuevo paradigma. 

     Solo que, de forma individual, a muchas personas se les dificulta romper con los  paradigmas que le causan sufrimiento o desánimo, que no les permiten lograr sus metas o sueño ideal. Dando como resultado una lucha interna entre el querer y el hacer. Se les dificulta rehacerse o reinventarse, dada la resistencia que siempre hay al cambio, dado el arraigo en el patrón de creencias limitantes que la persona posee.

   Como resultado de no poseer el poder necesario para realizar los cambios que se requieran, resulta en indecisión y la pérdida del activo más valioso del ser humano: el tiempo; que a la vez trae consigo frustración, ansiedad y desánimo por no haber encontrado el camino para conseguir lo que se deseaba. 

    Cuando esto sea así, se requiere salir de la famosa “zona de confort” y romper tus paradigmas para crear unos nuevos, eficaces y verdaderamente edificantes.